9 de abril de 2019

La Traviata: talento criollo logra el gran suceso operático 2019





La Traviata llega a escena en el Teatro Nacional por quinta vez
y con un matiz escenográfico e interpretativo de primer nivel
 
 
 
 
 
José Rafael Sosa
Santo Domingo, República Dominicana. La versión dominicana de La Traviata ópera de Guiseppe Verdi, es la quinta vez que se monta en el país, es el más importante acontecimiento lírico de este 2019, dada la suma exquisita de sus de sus talentos artísticos y técnicos y el enorme y el bien cumplido desafío de su montaje al tenor del Santo Domingo de 1950.

Deben existir pocas palabras con suficiente fuerza expresiva para dar gracias a Fidel López, por la certeza de su proyecto y por su trabajo de provocar todo el trabajo y el afán de meses, para lograr La Traviata en un nivel de excelencia, tal cual ha sido.

Con esta quinta versión de La Traviata, la más dominicana de todas las producidas hasta el momento por su ambientación, ratifica el valor de nuestros talentos , 95% es dominicano), expone al público una selección de intérpretes, un afinadísimo coro de 100 voces y 70 instrumentistas de la Sinfónica Nacional, bajo la dirección de Jose Antonio Molina, todo sustentado por un largo ejército de técnicos y asistentes que no salen al entablado pero cuya labor resulta imprescindible para que la experiencia del público, resultara inolvidable.

La Traviata no puede ser catalogada a partir de esta representación como un montaje operático más debido comporta un mensaje: los dominicanos somos capaces de altas y nobles tareas de trascendencia y que el país puede igualarse a cualquier nación desarrollada, cuando llaman al desafío de producción y montaje de una gran obra clásica en las banderas del canto en su expresión más alta.

La soprano Nathalie Pena Comas hace con una magia especial los tránsitos vocales (coloraturra, lírica y finalmente dramática cuando es vencida por la enfermedad).

Cuanto discurre desde escena y en cada uno de sus tres actos tiene un estilo internacional, por el cuidado y esmero que denotan las interpretaciones, el vestuario y a música en vivo.

Resalta la consistencia y verosimilitud tanto de la escenografía como el vestuario a cargo de Leonel Lirio, que le supuso una reconstrucción fiel de la época la mejor lograda de cuanto hemos visto al reconstruir con un apuntado profesionalismo en diseño la atmósfera vestuarista del Santo Domingo de clase alta de los años cincuenta.

Magnifica la producción general de Fidel López, quien vuelve a demostrar su ímpetu emprendedor visionario y el vestuario. 

Otilio Castro es una de las jóvenes voces tenores que causa un impacto de renovación. La firmeza de su voz se une a un manejo de sus colores vocales que lo trasladan a un sitial promisorio en nuestro canto lírico.

Lo que logra Carlos Veitía en coreografía es como para inclinarse reverente y la dirección escénica a cargo de Eduardo Villanueva completa un equipo equilibrado y sobrado de capacidades.

Presentada por Ópera RD, permite sentir y disfrutar a María Karatsava, Nathalie Pena-Comas, David Astorga, Pedro Carrillo, Glemmer Pérez, Pura Tyson, Sibelle Marquéz, Sayli Pérez, Eduardo Mejía, Kenny Gómez, con la dirección de voces de la maestra Paola González.

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